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viernes, 17 de diciembre de 2021

Sentimiento

Realmente hay veces que no se si escribir o no, últimamente me siento agotada mentalmente, estoy llegando al límite, un límite que alcancé hace unos años y al que me niego volver.

Es tan injusto dar importancia a personas que realmente no lo merecen, personas para las que siempre hay que estar o dedicar tiempo sin ningún ápice de reciprocidad, personas en las que confías, que saben cuál es tu punto débil y donde más te duele. Personas que te regalan los oídos y que después desaparecen. Personas que hoy sí, mañana no, que no saben lo que quieren. Personas, eso deberían de ser, solo personas, de las que van y vienen, de las que si te he visto no me acuerdo, de las que no creas un vínculo ya sea de amistad o afectivo, que sabes que no van a doler si desaparecen, que no te va a importar si son egoístas, a las que no darás importancia por cuales sean sus actos.

Que difícil se hace escribir, expresar lo que siento me hace ver vulnerable, puede gustar o no, pero es lo que siento, no llueve a gusto de todos, como dice el dicho, pero es lícito que quiera compartirlo, escribir no me va a dar paz mental, pero sí un poco de consuelo, aunque esté con lágrimas en los ojos escribiendo estas líneas. Líneas que no deberían existir, pero mi mente no calla, me ahoga en pensamientos, no me deja dormir, me hace llorar hasta quedar profundamente dormida. Duele, duele ser prioridad siendo una opción, duelen las promesas nunca cumplidas, duele el sí cuando es no, duele el tiempo sin dedicación, duele la lealtad siendo traición. Duele.

No perdí el tiempo, él me perdió a mí. Consciente de lo que podía pasar, me tiré al vacío y hundida estoy. Dicen que algo roto no se puede volver a romper, resurgiré ante las adversidades como el Kumiho, dejemos al Ave Fénix volar, como aquellas palabras que el viento se llevó. Palabras que marcan y se desvanecen al mismo tiempo, palabras que nunca se llegaron a cumplir, palabras que duelen y lágrimas que caen, como la lluvia cuando el cielo está gris, gris como el tormento que me invade.

Tu curiosidad no mató al gato, me mató a mí, porque como en la tela de una araña, caí.

Gracias por tan bonita inspiración.